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8 errores comunes cuando se comienza una dieta

Si se plantea hacer una dieta, en primer lugar se deben seguir unas pautas y evitar cometer errores que lleven a perder la motivación

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El motivo más claro que nos hace saltarnos la dieta es la falta de motivación. Si estás pensando en hacer una, debes estar convencida y motivarte para hacerlo, porque si empiezas con desánimo, no conseguirás nada. Debes fijar objetivos claros. 

Por otra parte, el estrés es otro de los motivos. Se deben intentar liberar el estrés con alguna actividad y mantente distraída para no refugiarte en la comida. En ese aspecto, intenta buscar compañeros/familia que te apoyen. Es muy difícil perder peso si estamos rodeados de amigos y familiares a los que tu esfuerzo por adelgazar no les importa lo más mínimo o no hacen críticas constructivas. Hay que evitar ese tipo de entorno. 

Hacer dieta significa planificar bien las comidas de cada día, porque si lo dejamos todo a la improvisación, nos saltaremos la dieta y no lograremos resultados. Además, una dieta debe hacerse asesorada y controlada por un profesional. Debe ser temporal y no debemos ser muy estrictas si no, volverá la ansiedad y caerás en la tentación.  Al igual que debe ser individualizada para cada persona.

En definitiva, no se trata de pasar hambre, pues estaremos comiendo mal, poco sano y será más fácil que te saltes la dieta. 

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Errores comunes 

Abusar de los productos light 

Mucha gente cree que para adelgazar basta comer lo mismo de siempre, pero eligiendo variedades light. Es un error. Al final nos comemos grandes cantidades de estos productos que nos dicen que son mejores acumulando calorías. 

Comer por aburrimiento 

A veces no comemos porque tengamos hambre, comemos para paliar una serie de emociones que nada tienen que ver con una necesidad fisiológica. Un ejercicio saludable para perder peso consiste en algo tan simple como pensar por qué comemos cuando comemos. Es lo que se conoce como “alimentación consciente”. Basta con comer de forma paciente, relajada, disfrutando del placer de la comida, y saboreando cada bocado, pero sólo cuando tengas hambre. 

Estar obsesionada con comer “perfectamente” 

Al ser una dieta tan restrictiva cuesta mantenerla en el tiempo, ya que resulta monótona y aburrida, y al renunciar a los alimentos «prohibidos» muchas veces genera un estado de ansiedad que al final hace que la persona caiga en la tentación de pegarse un atracón, y la consecuencia de ello es que acaba recuperando el peso perdido, e incluso, algunos kilos más. 

Querer ir demasiado deprisa 

Los nutricionistas lo repiten por activa y por pasiva, pero muchos siguen sin hacerles caso: las dietas milagro no funcionan. Perder peso es un proceso largo, y es mejor planteárselo sin un objetivo concreto, más allá de tener unos hábitos alimenticios más saludables. 

Comer con otras distracciones (televisión, redes sociales, etc.) 

Comer distraídas no sólo hace que comamos más, además nos hace menos conscientes del tipo de alimentos que nos llevamos a la boca, lo que, a la larga, hace que nuestra dieta sea peor, pues ni siquiera sabemos en qué consiste. 

Ir a restaurantes más de dos veces por semana 

Según varios estudios, la gente que come en restaurantes más de dos veces por semana gana más kilos de media al año que aquellos que comen fuera con menos frecuencia. Si quieres adelgazar es conveniente que intentes salir a comer fuera sólo en ocasiones especiales, y si no puedes evitar los restaurantes trata de elegir los platos más saludables, prestando atención a la información nutricional que se ofrezca. 

Beber calorías en vez de comerlas 

En la actualidad, gran parte de las calorías que consumimos a lo largo del día provienen de líquidos. Dado que las bebidas llenan menos que la comida, su consumo excesivo puede llevar a una ingesta de calorías desproporcionada. Para adelgazar es un requisito indispensable reducir lo máximo posible el consumo de refrescos azucarados y bebidas alcohólicas, que son unas de las mayores fuentes de calorías. 

Dormir menos de lo debido 

Antes de la I Guerra Mundial dormíamos de media nueve horas, hoy en día dormimos siete. Esto, en principio, no debería hacernos más gordos, sino todo lo contrario, pues durmiendo quemamos menos calorías, pero la falta de sueño hace que cambien nuestros ritmos circadianos, y esto provoca que tengamos hábitos alimenticios menos saludables (como atiborrarnos de comida justo antes de dormir).  También al dormir poco estamos cansados para afrontar el día, hacer la compra, cocinar (comer lo primero que tenemos a mano), hacer ejercicio, etc. 

Lidia Bastian 

Nutrición y Deporte

 

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